La manera en la que se lleva acabo esta prueba atómica, grabada en video a mediados del siglo XX, nos deja ver lo sencillo que es propiciar la máxima destrucción. Una distancia falaz que nunca se corresponde con la devastación que provoca este armamento, deriva en una poesía triste, en la que objetos de la vida cotidiana y de la naturaleza, son arrastrados a la nada por la violencia de la conflagración absoluta. Documento visual que nos debe hacer tomar conciencia y valorar, sobre todo, la paz.
La ironía de asunto es como una figura tan impresionante, hasta rayar en la hermosura ( pues es una explosión muy organizada que figura un hongo), puede ser capaz de una destrucción masiva sin presedentes.
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